El futuro del cannabis medicinal en España

La sanidad es uno de los principales indicadores de la fortaleza del estado del bienestar de la sociedad. El mundo de la salud ha comenzado en esta década un proceso de transformación que no tiene vuelta atrás. Factores económicos y socio-demográficos ponen en jaque la sostenibilidad del sistema de salud, un nuevo entorno en el que las administraciones y colectivos sanitarios reclaman valor, estrategias y resultados en la salud de los pacientes; no sólo fármacos.

El debate por la utilización medicinal del cannabis es una de las discusiones de la agenda pública aún pendiente. Que la planta de marihuana se haya usado de manera recreativa no la invalida como medicamento. Las aplicaciones del cannabis son uno de los temas más controvertidos dentro del ámbito de la medicina. Está sobradamente comprobada la utilidad de algunos de sus compuestos en el tratamiento de todo tipo de síntomas y enfermedades, pero el hecho de que su uso como droga psicoactiva sea el más conocido hasta el momento, no para de poner trabas a todos los procesos de investigación.

El origen de la prohibición

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La corriente de investigación del uso medicinal del cannabis se detuvo en la década del 30, de la mano de un prohibicionismo basado en el potencial de abuso de ciertas sustancias que por aquellos tiempos corrían sin prescripción médica. Antes de la resolución de Naciones Unidas, en las farmacias españolas y en otros países, se dispensaban extractos y cogollos de cańamo destinados sobretodo a paliar el dolor. Esto fue una realidad que tuvo lugar hasta mediados del siglo pasado, cuando comienzan a entrar en vigor las convenciones internacionales.

La Organización de las Naciones Unidas tiene una serie de listas de sustancias controladas en sus convenciones internacionales. En la Lista 1 están incluidos la mayoría de los principios activos de las drogas ilegales que se consumen normalmente. La OMS considera que son sustancias peligrosas, adictivas y sin valor terapéutico. Hay unas restricciones muy fuertes a investigar con ellas, siendo así el THC, que no el CBD, el responsable de que toda la planta esté considerada ilegal y «perseguida» durante todo este tiempo.

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Según afirma José Carlos Bouso, director de proyectos científicos en la Fundación ICEERS que el cannabis a día de hoy sea ilegal en la gran mayoría de países del mundo, es el mayor hito de las políticas prohibicionistas que tuvo lugar en la convención de Naciones Unidas de 1961. Esta convención fue impulsada por Estados Unidos y marcó un antes y un después en la historia, pues en ella se decidió que había que fiscalizar y prohibir una serie de plantas: cannabis, opio y hoja de coca. Lo que vino después de ese momento fue, según describe el psicólogo, “una cruzada contra todas aquellas personas que por una razón u otra usaban esas plantas”.

Sin embargo, si hacemos una revisión más profunda de los acuerdos que se firmaron en la convención, descubriremos que el convenio contempla que la utilización de estos estupefacientes seguirá siendo indispensable para un uso medicinal con el fin de mitigar el dolor. Bouso concluye por tanto, que cualquier Estado que quiera cumplir a raja tabla con el convenio del 61 debería también aceptar el uso científico y médico de estos estupefacientes. España firmó este convenio en 1967 y, de hecho, en el artículo 22 de la Ley de Estupefacientes Española, se cita textualmente que “no se permitirá otro uso de los estupefacientes que los industriales, terapéuticos, científicos y docentes autorizados con arreglo a la presente ley”. Esta ley la aprobó en su día Francisco Franco y, sorprendentemente o no, es la que continúa vigente en España en la actualidad.

Oleada de regulaciones en medio mundo

La guerra y prohibición contra la marihuana parece que llega a su fin. La forma maliciosa en cómo se veía la droga cambió para siempre cuando el doctor Raphael Mechoulam en 1.964 en Israel descubriera el sistema endocannabinoide. Sistema que todos los animales, no solo los humano, tenemos en nuestro cuerpo. En un principio el método de acción del THC no estaba claro, pero más tarde se comprobó que en el cerebro y el sistema inmune del ser humano hay dos receptores, ingeniosamente bautizados como receptor 1 y receptor 2, a los que se une esta sustancia para ejercer su función.

Por lo tanto, nuestro organismo y el de todos esos animales contiene un sistema endocannabinoide complejo controlado por estas sustancias, que ejerce un gran número de funciones sobre el  organismo, regulando acciones como el apetito, el dolor, la memoria, el aprendizaje, el apetito o el sueño. Además, también tiene un gran potencial neuroprotector, por lo que su control puede formar parte del tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. Este hallazgo fue muy revolucionario, ya que se comprobó que estimulando e inhibiendo este sistema con fitocannabinoides de la planta se pueden tratar un gran número de síntomas y patologías.

El primer país del mundo que inició un programa de cannabis medicinal fueron los Países Bajos, donde las farmacias pueden vender flores de cannabis bajo un estricto control sanitario. El producto debe estar estandarizado y libre de contaminantes, cumplir con todos los criterios para ser comercializado en una farmacia y, además, su composición debe venir especificada. Además, sólo puede adquirirse con receta médica y existen subvenciones por parte de la Seguridad Social para su consumo. Aunque si pensamos en la legalidad total de esta sustancia el país que nos viene a todos a la cabeza es sin duda Uruguay, donde tanto el cultivo como el consumo recreativo y medicinal son legales desde diciembre de 2013, y aunque por supuesto con restricciones en lo que a cantidades se refiere fue el primer país en legalizarlo al completo.

En Chile, la Fundación Daya, ha obtenido por tercer año consecutivo permiso de siembra de cannabis con fines de investigación para aplicación clínica. El nuevo permiso, emitido por el Servicio Agrícola y Ganadero del Maule, tiene por finalidad la investigación y desarrollo de fitofármacos y ungüentos de uso tópico para realizar estudios clínicos para afecciones de la piel y trastornos del sueño y así determinar su eficacia y seguridad.

El país latinoamericano donde mayor polémica se ha desatado en los últimos meses ha sido Argentina, donde numerosos casos de epilepsia refractaria en niños han hecho que muchos padres y madres se posicionen ante una problemática que requiere sin duda soluciones urgentes. Tras demostrarse que las crisis epilépticas se vieron amainadas en estos pacientes tras suministrarles aceite de cannabis, ya a finales del pasado año un grupo de madres afectadas por este problema (reunidas en Cameda, el Cannabis Medicinal Argentina) consiguió que se pudiera importar este medicamento. Aunque a día de hoy sigue sin aprobarse el autocultivo.

Algo similar ocurrió en México cuando se dio a conocer el caso de la pequeña Grace Elizalde, aquejada gravemente de epilepsia. El impacto del caso en la opinión pública fue tal que finalmente los padres de la paciente consiguieron que se autorizara la importación del jarabe de cannabis  que redujo considerablemente las crisis que padecía la niña.

La prohibición absoluta ha terminado en México, y las perspectivas de regulación se centran en la regulación del cultivo privado sin ánimo de lucro, sea individual o colectivo. Después de décadas de combatir por la vía de las armas toda actividad relacionada con las llamadas drogas ilegales, y de poner en riesgo los derechos humanos e incluso las instituciones democráticas del país en nombre de la salud y la seguridad públicas, México se encontró con que su vecino del norte comenzó a regular, de distintas maneras, todo lo relacionado con el cannabis, lo que colocó, incluso a los defensores nacionales de la prohibición más recalcitrantes, en una posición sumamente incómoda: ¿Cómo seguir manchándonos de sangre las manos por un producto que, del otro lado de la frontera, en EEUU es legal y regulado?

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Después de dos décadas de control regulatorio para fines medicinales y de un intento electoral fallido en 2010, la sexta economía del mundo ha dado el paso hacia la legalización de la cannabis. La marihuana se ha legalizado en la mayoría de los estados de EE.UU. después de las elecciones, lo cual representa un cambio de paradigma que muestra cómo las actitudes de los norteamericanos, en relación a las drogas, han cambiado con el tiempo. Votantes de California, Nevada y Massachussets decidieron legalizar la cannabis con uso recreacional, mientras votantes de otros cuatro estados la legalizaron para uso medicinal.

En EEUU A pesar de la prohibición federal, la marihuana medicinal es legal en estados como: Alaska, Arizona, California, Colorado, Hawaii, Maine, Michigan, Montana, Nevada, New Jersey, New Mexico, Oregon, Rhode Island, Vermont, Virginia y Washington; y en el Distrito de Columbia. Una encuesta nacional realizada en Estados Unidos en 2008 comprobó que el 50% de los médicos aprueban el uso de la marihuana medicinal. Muchos países tienen una ley al respecto, pero la de Canadá es un ejemplo; permite su uso en una amplia gama de dolores severos, y para aliviar terribles síntomas al final de la vida. También Israel, Reino Unido y Australia lo permiten, y Alemania lo hará a partir del año próximo.

¿Y en España?

España sigue dando pequeños pasos en la vía de la regulación por comunidades autónomas, la semana pasada era La Rosa Verda en Cataluña y una semanas antes fue en Alicantepero a nivel estatal se está esperando aún una posición valiente sobre el tema. Como comentábamos antes, en España, el uso terapéutico bajo control médico es legal. No se puede prescribir la planta de marihuana, pero sí un medicamento llamado Sativex que ya en el 2005, sesenta farmacias catalanas vendieron para uso terapéutico. El producto farmacéutico de GW pharma Almirall, cuesta 450€ la unidad y está aceptado únicamente ahora para los pacientes con esclerosis múltiple, en concreto para uno de los síntomas que son los espasmos en brazos y piernas.

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Y os preguntaréis, en todos estos años de uso terapéutico legal, ¿cómo qué hay sólo un medicamento?

La situación en España es muy parecida a la de otros países de nuestra órbita occidental donde la crisis económica está dando lugar a una elevada reducción del gasto público, y especialmente en el ámbito sanitario para evitar el sobreendeudamiento. La fase de investigación de un medicamento puede llevar de 12 a 13 años hasta su comercialización. Una inversión que ronda los 1.500 millones y un elevado riesgo pues 7 de cada 10 medicamentos que se comercializan no generan ingresos suficientes para cubrir sus gastos de I+D.

Aquí la industria farmacéutica se topa con el problema de que la relación coste-efectividad de la marihuana es insuperable. El coste de una tintura doméstica hecha en casa o en una asociación no supera los 20€ contra los 450€ que cuesta una unidad de Sativex. Es cierto que el producto farmacéutico tiene más «garantías» pero es necesario valorar el coste que nos suponen ciertos privilegios o el coste que algunos productos pueden suponer para el Sistema Nacional de Salud. Si ya es difícil para la investigación y la industria farmacéutica de por por sí la competencia natural del cannabis hay que sumarle la crisis de la ciencia en España; que los recursos destinados a ciencia no llegan al 1,4% y la clase política nunca ha creído en la ciencia como motor, más bien le han dado la espalda no sólo los gobernantes sino también los inversores

El acceso de ciertos suplementos y medicamentos pueden cambiar la vida de miles de pacientes y, en general, que es mucho mejor idea, en términos de política pública, tratar a las adicciones como un problema de salud. Con el objetivo de suplir las necesidades de muchos pacientes de cannabis medicinal en España, nace el Observatorio Español de Cannabis Medicinal, un organismo que hizo su presentación oficial el pasado 20 de setiembre repleto de investigadores y primeras figuras en el campo de la investigación y medicina con cannabinoides.

¿Es la marihuana un medicamento?

Lo primero hay que clarificar cuando hablamos de droga y de fármaco estamos hablando de sustancias que actúan en nuestro organismo por mecanismos absolutamente idénticos y lo que hace que una sustancia sea droga o fármaco es su utilización con una posología y con un método de administración conocido en un intento de minimizar los efectos secundarios. En ingles, por ejemplo, hay una sola palabra que es ‘drug’ que define tanto las drogas como los fármacos. Las sustancias son las mismas, el THC del cannabis puede ser una droga o un fármaco, igual que la morfina puede ser una droga o un fármaco o el MDMA puede ser una droga o un fármaco en función de cómo se utilicen.

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El marco legal español establece que deben existir organismos de control sanitario como la Agencia Española del Medicamento, que regulen los medicamentos y productos sanitarios. En 2006 se promulgó la Ley de garantías de uso racional de medicamentos y productos sanitarios encargada de establecer las condiciones que debe cumplir un fármaco para ser considerado medicamento. Hoy en día las normas para los medicamentos con receta han aumentado, y los investigadores tienen que probar la eficacia de un medicamento antes de que los pacientes legalmente pueden tomarlo.

Las farmacéuticas quieren tener su compuesto patentado y protegido, y en el caso de la marihuana no se puede patentar porque son compuestos naturales. Cualquier investigación biomédica que se empieza en el laboratorio con investigación con células, luego animales, etc. hasta que llega al mercado tiene muy pocas oportunidades de llegar a ser un medicamento, la inmensa mayoría de los compuestos con los que se trabajan nunca van a llegar a pasar por todas las pruebas. Muchos se quedan en el camino por cuestiones de toxicidad, de baja eficacia… hay infinitud de parámetros que bloquean las oportunidades para que una sustancia pase a investigación clínica y de ahí a medicamento.

La marihuana es una planta medicinal tanto de uso recreativo como terapéutico, pero no un medicamento. El uso terapéutico del cannabis ya es legal y según Bouso “ Un programa de cannabis medicinal en España sería posible a día de hoy”, solo depende de la voluntad política que estos programas se implanten.

En cuanto a los usos médicos con cannabis a día de hoy hay bastantes evidencias. Una es el dolor crónico. Es lo más claro y lo que más utilizan los pacientes. Hablamos de cuadros de artritits, fibriomialgia, migraña, dolor crónico, dolor neuropático… hay buenos estudios sobre los buenos efectos de los cannabinoides, tanto solos como combinados con otros analgésicos. En segundo lugar se utiliza para los trastornos del movimiento: espasmos, convulsiones, temblores, etc. En un segundo nivel, para el que hay evidencias aunque también para otros medicamentos, destacaría otros dos usos: el más clásico es la inhibición de nauseas y vómitos asociados a la quimioterapia. También está el aumento del apetito y la pérdida de peso masiva en ciertas enfermedades. Por último hay algunas indicaciones que pueden ser relevantes pero aún están en estudios clínicos tempranos. La que más repercusión ha tenido es el tratamiento de las convulsiones en epilepsias infantiles en niños en los que han fracasado otro tipo de fármacos.

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Tal y como dice el doctor Joan Parés hay que diferenciar entre el uso medicinal y el uso terapéutico. El primero se realiza bajo supervisión médica y con una pauta de dosificación muy concreta. En el segundo caso es la persona la que se encarga de gestionar su propia salud y bienestar, adaptando la dosis a cada situación especial.

Los usos medicinales del cannabis son tanto para pacientes lúdicos como terapéuticos o medicinales. El usuario lúdico puede utilizarlo terapéuticamente también bajo situaciones de estrés en los que se automedica. Situaciones de mantenimiento o auto-mantenimiento de la salud. Un porro antes de ir a dormir, o antes de ir a una reunión conflictiva. Los hooligans, por ejemplo, se ha realizado algún estudio como con la marihuana son mucho menos agresivos que con alcohol.

La marihuana provoca bienestar. La palabra terapia viene del griego y significa el arte de cuidar, o acompañar. El buen uso de la marihuana siempre es terapéutico. La mayoría de personas usuarias de cannabis medicinal están automedicándose porque para ellas también puede ser terapéutico lo que no es medicinal. Cada planta de marihuana contiene un cocktail de cannabinoides. Un paquete de efectos con una fórmula terapéutica única de la que de momento solo conocemos dos de sus componentes principales, el CBD y THC, de los aproximadamente 800 componentes diferentes que se encuentran en toda la planta.

La planta funciona mejor de manera conjunta. No obstante, si se aísla algunos de los compuestos cannabinoides como el CBD, puede tener utilidad en casos como mejora en el apetito, disminución del vómito, y atenuación del dolor utilizado en pacientes con problemas inflamatorios o dolores y espasmos provocados por enfermedades como la esclerosis múltiple. El CBD reduce la sensación de estar colocado ya que tiene efectos anti-psicóticos. Es importante diferenciar en cambio los medicamentos con alto contenido en THC que se prescriben para enfermedades como el glaucoma o el síndrome de Tourette y para mitigar síntomas como las náuseas (ya sean provocadas por los efectos de la quimioterápia o por otros motivos) o la pérdida de peso.

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¿Cómo puedo acceder al cannabis medicinal?

La primera recomendación, tengas o no experiencia previa con el cannabis, sería la visita a un especialista para que te ayude a encontrar la pauta y el tipo de consumo más adecuado para tu salud. Al consumir marihuana por tu condición médica, es importante que ésta no proceda del mercado negro, sin origen conocido del método de cultivo o que no haya pasado ningún control de calidad. Tras la visita con el especialista, si lo que necesitas es CBD, éste producto es legal y no tendrás ningún tipo de problema en conseguirlo online en tiendas o en clínicas especializadas, como Kalapa Clinic, la primera clínica en Europa donde atienden a pacientes de manera legal administrando los múltiples efectos beneficiosos del CBD. Los productos importados con CBD, están libres de la sustancia psicoactivas y reconocidos legalmente como complementos alimentícios.

¿Dónde encuentro el THC?

La única alternativa hasta el momento son los CSC (Clubs Sociales de Cannabis). Estos clubes no son sitios de libre acceso para todo el mundo. Todo aquel que quiera hacerse socio, debe ir recomendado por otro socio o rellenar una inscripción que será estudiada por ejemplo debido a su condición médica. Muchos de ellos cuentan con gabinetes terapéuticos en los que atienden al usuario medicinal sin necesidad de aval de otro miembro siempre y cuando éste cuente con un diagnóstico o certificado médico.

Los clubs sociales están asentados sobre la disciplina del cultivo y consumo compartido. Protegen la salud pública minimizando los riesgos derivados del mercado negro. Sitúan al paciente con un rol activo en la prevención y autogestión de su enfermedad; la mayoría de ellas patologías crónicas. No solo demandan «producto», sino que necesitan acompañamiento en su día a día, fuera del ámbito estrictamente sanitario para manejar una enfermedad que les acompañará el resto del tiempo.

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Ante esta sitación de libre albedrío a la hora de acceder a una asociación cannábica dada por tu condición medicinal, la segunda recomendación sería: si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado.

Ir rápido (sólo a los clubes) -> Sin supervisión médica

Muchos pacientes llevan años automedicándose sin supervisión médica en las asociaciones cannábicas. En la mayoría de ellas puedes ir rápido, solo con tu diagnóstico o certificado médico y probar suerte en que tengan exactamente el producto y la calidad que necesitas. Al tratarse de clubs privados y no con excesivos recursos ya que son organizaciones sin ánimo de lucro y recientemente aún más limitadas tras las últimas sentencias del Tribunal Supremo, la falta de información de los que disponen así como los análisis de las sustancias, suele ser lo que mayores problemas representa para el uso medicinal.

Es un problema que el paciente no sepa lo qué está tomando. La mayoría toma aceite de cannabis, y a veces no viene estandarizado. Sin análisis no sabes la composición, estabilidad, pureza, etc. La estandarización es totalmente necesaria. Cuando tomas un paracetamol tienes que saber si tiene 100 mg o 500. Obviamente hay que saber cuando se toma un aceite cuánto principio activo se está tomando para tener una previsión de sus efectos.

Otro problema es la cantidad de cannabinoides que es muy variable dependiendo el tipo de la variedad de marihuana. Este problema aunque con una adecuada educación y formación de los trabajadores de las asociaciones se resolvería, en muchos casos los cultivos contienen restos de pesticidas y metales pesados.

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Ir lejos (acompañado de servicios médicos) -> Bajo supervisión médica

Asociaciones de pacientes como Dos emociones cuenta con la colaboración de profesionales del sector sanitario y tiene como objetivo asesorar, apoyar y ofrecer información fiable a pacientes que desean conocer más sobre el cannabis terapéutico. Una organización que nació de la mano de Carola Pérez, una usuaria terapéutica que gracias a un tratamiento co-ayudante a base de cannabis consiguió mejorar su calidad de vida notablemente. Esto la impulsó a crear esta iniciativa con el fin de compartir su experiencia y conocimientos con otros pacientes en su misma situación.

En la asociación de pacientes no dispensan marihuana, asesoran a los socios, les consiguen la consulta médica y el certificado. Una vez pasado el filtro del doctor, ya que el cannabis no es efectivo para tratar todas las enfermedades, ni le funciona por igual a todas las personas, se les pauta una primera dosis y el paciente recoge su medicación en aquellos lugares donde esté disponible, ya sea CBD, THC, flores, galletas…Normalmente en asociaciones cannábicas. Después de esto, realizan una labor de seguimiento con la persona cada diez días.

De la misma manera que Dos Emociones lleva realizando este servicio en Madrid, las Federaciones cannábicas repartidas a lo largo y ancho del territorio español llevan realizándolo también durante años. Estos clubes federados mantienen su actividad con los miembros terapéuticos y han ido tejiendo sus propias redes de apoyo a expensas de que el estado, industria sanitaria y compañía creen una solución favorable para atender a los pacientes que no quieren pasar por un club social para curarse.

Actualmente la Federación FAC es la que cuenta con un mayor número de clubs federados. Unos 75 en toda España, todos ellos cumpliendo el código de Buenas prácticas. No en todas las asociaciones tienen dispensario terapéutico y son pocos clubes si los comparamos con el total aparecidos bajo el otro modelo o enfoque más comercial. Dentro del ámbito de las federaciones hay un número limitado de opciones, y aunque es probable que esto cambie a medida que la regulación avance, de momento para poder ser una solución sanitaria de verdad, muchos clubes más tendrían que federarse para ampliar las opciones que se brinden a los pacientes en este nuevo escenario sanitario o mercado por regular.

En Barcelona plataformas como Smoking Map con su Pasaporte Medicinal, también alineado con la visión de las federaciones cannábicas, con una red de profesionales como abogados, doctores especialistas y empresas tecnológicas con una red informativa de clubes que abarca a toda España, ofrecen a los pacientes un certificado médico más una supervisión de los síntomas bajo el concepto de tele-medicina en la que acompañan al paciente a través de nuevas tecnologías. Esta plataforma tiene un mapa accesible solo para pacientes, el cual les sirve de ayuda a la hora de seleccionar asociación en función de su patología.

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Desde verano de 2013, en pleno fervor de las asociaciones en Barcelona, Smoking Map lleva visitando asociaciones y clubes, de los dos tipos, recreativas y medicinales diferenciando los clubes que tienen servicios y dispensario terapéutico de los que no. Ofrecen un consultorio medicinal gratuito en una aplicación móvil para todo el que lo quiera usar, tenga certificado médico o no. Además de los pacientes medicinales también ayudan activamente a miembros lúdicos a controlar su consumo mensual mediante dietas cannábicas, preocupados por la reducción de riesgos a la hora de fumar o por que quieren prevenir posibles daños a su salud.

Los clubes aportan beneficio terapéutico y beneficio social. Si queremos transformación sanitaria tenemos que innovar en modelo, tecnología y red de conocimiento. Ir más allá de la receta y encontrar resultados en salud acompañando al paciente durante su enfermedad. Desde el punto de vista médico y también terapéutico porque también están de los derechos inalienables de cualquier persona al autoconocimiento e incluso la automedicación. Cualquiera, de manera libre y responsable, debería tener la libertad de utilizar preparados de cannabis.

En España parece que casi nada nos une. Quizá el cannabis, y lo más importante, una regulación tolerante en beneficio de todos y no sólo unos pocos, sea lo que necesitamos para salir de la situación realmente penosa en la que nos encontramos sin modelo de producción y ya casi sin país; política y económicamente hablando. En España somos especialistas en desgastar los términos (democracia, diversidad, innovación, emprendimiento…) antes de aprender a usarlos. Los emprendedores y emprendedoras de España sueñan con que algún día se les deje de llamar emprendedores y activistas y se les empiece a llamar empresarios.

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